Hay un país en el que los estudiantes inician su escuela más tarde y toman menos clases, disfrutan de 3 meses de vacaciones y pasan menos tiempo diario en la escuela, tienen muy pocas tareas . . . y rara vez tienen evaluaciones!
Hay un país en el que los profesores . . . son profesionales con reputación y entran a ejercer rápidamente su profesión, rara vez son evaluados, ganan sueldos promedio y tienen un gremio de gran fortaleza.
Hay un país en el que las escuelas . . . reciben apoyo modesto y desarrollan sus propios planes de estudio, apoyan la investigación y adoptan las tecnologías de vanguardia, no existe brecha de logros y ninguno se queda atrás repitiendo.
Este país es el número 1 en casi todos los sistemas de clasificación.
“Esta iniciativa surge de la unión de un grupo de padres y maestros sensibilizados y muy en contacto con el mundo de la educación. Empezamos por consultar a personas, escuelas y organismos sobre cuáles eran, según su opinión, los puntos fundamentales que debían reunir una EDUCACIÓN INTEGRAL DEL SER HUMANO. Con toda esta información sumada a los diferentes movimientos internacionales que igualmente abogan por una educación vinculada a la creatividad, como Ken Robinson; y emociones y auto conocimiento, como Claudio Naranjo, empezamos a elaborar el manifiesto educativo de Aprendemos Todos”
“La neurología y los últimos estudios científicos nos hablan de la plasticidad de nuestro cerebro, del peso de las emociones en nuestra salud, de la necesidad de integrar el cuerpo en los aprendizajes para un perfecto desarrollo neurológico, de la química de nuestras emociones y de la necesidad de llevar todos estos enfoques a la educación, el único sitio desde el cual PODREMOS MEJORAR EL MUNDO”
Marina Escalona
Nuestro modelo educativo actual es heredero del siglo XIX y de las necesidades de la sociedad industrial y jerarquizada de aquella época y ahora en el XXI ese sistema está en coma y se está reformulando de nuevo desde muchos frentes. Sigue leyendo →
«Es una reunión interesante de diferentes inteligencias. Resulta inusual que un entorno académico reconozca, por ejemplo, el atletismo».Howard Gardner, laureado psicólogo y profesor de Harvard, pudo ver escenificada la teoría que le hizo famoso, las inteligencias múltiples, el pasado viernes en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, rodeado de personalidades de los campos de las artes, el deporte, la ciencia, la economía… Todos los premiados sobresalen por hacer algo completamente diferente, pero ¿Haile Gebreselassie, considerado el mejor corredor de fondo de todos los tiempos, es menos inteligente queGiacomo Rizzolatti, científico que descubrió las neuronas espejo? ParaGardner, claramente no. Lo que ocurre es que sus inteligencias pertenecen a ámbitos distintos. Este investigador, hijo de alemanes huidos del nazismo, recibía el galardón en la categoría de Ciencias Sociales por mantener, precisamente, que no existe una única inteligencia, sino ocho: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial (dibujar, interpretar un mapa), la musical, la corporal (danza, deportes), la intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la interpersonal (conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y clasificación de las cosas). Este concepto, además de reconocer al máximo nivel capacidades que antes eran menospreciadas frente a las habilidades académicas tradicionales, ha obligado a replantear el sistema educativo. El sábado fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
-¿Cómo podemos identificar nuestro potencial?
-Creo que el mejor modo de hacerlo es intentar enseñar algo nuevo a alguien y ver cuánto tarda en aprenderlo. Por ejemplo, enseñamos a un grupo de estudiantes a jugar al ajedrez. Después de 20 partidas, algunos ganarán casi siempre. Claramente esos son los que tienen más potencial.
-¿Hay gente competente en todos los tipos de inteligencia?
-Todo el mundo tiene todas las inteligencias, pero la vida no es justa… Hay gente que brilla en todos los tipos, como Leonardo Da Vinci, y otros… bueno, no las desarrollan igual. Pero lo importante de esta teoría es que existen una serie de perfiles: algunos tienen picos altos en algunas tareas y otros en otras, pero siempre podemos mejorar en las más bajas.
-¿Qué aconsejaría a los padres para potenciar la inteligencia de sus hijos?
-Présteles mucha atención y averigüe qué es lo que les interesa y les apasiona sin proyectar en ellos sus prioridades, pasiones ni debilidades.
-¿Qué opina de los test que miden el coeficiencte intelectual?
-No sirven, es como poner a alguien un sello en la frente: tú eres listo, tú no. Eso es muy negativo.Es mucho mejor descubrir en qué destaca alguien, qué debe aprender y darle ayuda para ello. Y si no es así, probar otra cosa.
-Si tuviera en sus manos la educación de un país, ¿qué es lo primero que cambiaría?
-La educación no debe centrarse únicamente en la escuela: también depende de la familia, los medios de comunicación, el vencindario, todo lo demás… Además, los profesores deben ser profesionales.
-Explíquese.
-Tienen que tener vocación y demostrarlo. Aceptar una responsabilidad, tener estatus y ser respetados.
-¿El sistema educativo actual desperdicia el talento?
-Nuestras comunidades desperdician el talento porque solo los privilegiados tienen opciones. Una de las cosas más interesantes de los sistemas educativos de Finlandia y Singapur, los mejores del mundo ahora mismo, es que son totalmente planos y justos. Es decir, no hay manera de saber cuánto dinero tiene la familia de cada estudiante en un colegio. En un sistema realmente justo, los alumnos con desventajas tendrían a los mejores profesores y las mejores escuelas.
-España tiene una alta tasa de fracaso escolar. ¿Qué nos recomienda?
-Mejorar la educación debería ser una de las prioridades principales de un gobierno. Y un consejo: aprovechar los medios digitales es muy importante. No sirve de nada hacer que los estudiantes memoricen las cosas si todo está aquí (saca un smartphone del bolsillo) Vamos a enseñarles cómo utilizar las fuentes de información y también a cuestionarlas. En cuanto a los jóvenes, si no hay oportunidades de empleo, la motivación es mucho más difícil, pero no se pueden quedar en casa. Pueden seguir mejorando sus destrezas y ayudar a otras personas. En el futuro, cuidar a nuestros mayores va a ser la mayor fuente de trabajo.
-Estamos cerca de unas elecciones generales en España y elegimos nuevo presidente. ¿A qué tipo de inteligencia deberíamos votar?
-No hay una receta de las inteligencias perfectas para un presidente, porque depende muchísimo de las circunstancias. Obama parecía tener un potencial enorme, pero ha heredado una situación económica muy complicada y no pudo comprender que la oposición no iba a ayudarle. Churchill fue un primer ministro brillante en la época de la guerra, porque fue capaz de levantar el país, pero durante un período económico difícil no hubiera tenido tanto éxito. Una vez pregunté a Sorensen, la mano derecha del presidente Kennedy, exactamente la misma pregunta.
-¿Y qué le contestó?
-Me dijo que lo más importante de un líder es que tenga buen juicio. ¿Y cómo podemos saberlo? Por las personas que asigna a cada puesto. Cuando John McCain eligió a Sarah Palin, probablemente en ese momento perdió las elecciones.
-En su teoría de inteligencias múltiples, ¿dónde colocaría la intuición?
-Cuando alguien puede hacer algo bien o pensar de forma correcta, pero es incapaz de explicar cómo lo consigue. Eso es la intuición. La gente puede tener muy buena intuición en un área, pero no en otras. Un matemático puede ver claramente la resolución de un problema muy complicado, pero no tener ni idea de cómo detener una pelea entre dos niños.
-¿Cuál es su definición de genio? Mucha gente consideraba que el recién fallecido Steve Jobs lo era.
-Un genio es alguien que descubre algo nuevo del mundo, y creo que él lo hizo. Así que, de acuerdo con esa definición, efectivamente, fue un genio. Yo le daría un premio Príncipe de Asturias.
Carta abierta al Ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez
Muy Sr. Mío:
Recibo con mezcla de estupor y nerviosismo las declaraciones de su última comparecencia pública. Dice usted en un alarde de sinceridad sin precedentes:
“Si tuviera que elegir una sola medida por encima de todas las demás para estimular la igualdad y, al mismo tiempo, la eficiencia de una economía, la capacidad, la producción y la riqueza a medio y largo plazo, esa sería que todos los chicos pudieran estar escolarizados inmediatamente después de su nacimiento».
Reconozco que no me resulta usted familiar, ni siquiera le ponía rostro a sus palabras. Imaginé que su imagen debía responder al del avaro Ebenezer Scrooge del cuento de Navidad de Dickens. Resulta que no, que parece usted un funcionario gris de carrera o un anodino profesor universitario de 53 años. Se nota que usted no se ha parado mucho a reflexionar sobre qué significa la igualdad. Si, ya sé que habrá alcanzado a diferenciar entre igualdad formal e igualdad real (esto se estudia generalmente en las Universidades), pero estos términos tan solo nos ofrecen un punto de partida. La profundidad que merece el término igualdad no se estudia en el Bachillerato (estará conmigo, si ha reflexionado sobre el tema, que la presentación de los filósofos en la asignatura de Filosofía era escueta y poco profunda) y en las Universidades tampoco tiene demasiada cabida.
Ya sé que es licenciado en Económicas y que se ha especializado en Economía del Trabajo. Pero esto, créame no significa demasiado. Quiero decir que quizá usted no se ha parado realmente a pensar qué significa igualdad entre el hombre y la mujer. Le voy a confesar algo: yo tampoco lo había hecho hasta que fui madre. Antes de este acontecimiento, para mi, igualdad significaba estudiar en la universidad y tener el mismo puesto de trabajo que podía tener un hombre cobrando lo mismo que él y en las mismas condiciones. Aunque entonces fue cuando descubrí lo del techo de cristal y las diferencias de salario entre mujeres y hombres en nuestro país. ¡Vaya, la verdad es que no vivo en un país en el que hay igualdad! – pensé. Pero entonces, nació mi hija.
No sé si tiene hijos… ese dato no lo he conseguido encontrar en San Google, así que no lo daré por hecho. Quizá no tenga hijos. Eso podría hacer que le comprendiera un poco mejor, discúlpeme, solo un poco. Perdone la familiaridad del trato y que me inmiscuya en sus asuntos personales, pero dado que usted ha decidido opinar sobre la vida privada de mis hijos, y la mía, me veo con el derecho de hacer algunas apreciaciones sobre la suya propia.
Si usted no tiene hijos, no se ha parado a reflexionar profundamente sobre las implicaciones del término igualdad y está especializado en Economía del Trabajo, siento comunicarle que usted no va a ser un buen ministro de Trabajo. Le contaré una cosa, un político no es un teórico, ni un intelectual, ni puede jugar a elaborar políticas sobre el papel, porque lo que ustedes deciden y opinan tienen repercusiones en millones de seres humanos de su país (si el país es muy poderoso también fuera del mismo). Así que ya ve, usted no es un profesor universitario diciendo lo que piensa a un foro reducido de estudiantes con poco sentido crítico. No, usted es un político y lo que dice y opina va a tener repercusiones en la vida de las personas. Concretamente en la mía y en la de mis hijos. Así que me permitirá decirle un par de cosas más.
No dudo ni un solo momento de que para la economía del Trabajo deba ser muy importante, casi imprescindible, que las madres dejen a los niños en guarderías inmediatamente después de nacer (¿nos dejarán que nos curemos de la episotomía que nos infringen generalizadamente en los Hospitales donde solemos dar a luz o tendremos que ir sangrando al trabajo? Estos detalles son importantes.
Me lo imagino a usted en su despacho de paredes de madera con un folio en blanco. Veamos, – debe de pensar – si las mujeres dejan de recibir la baja maternal, y tenemos a medio millón de mujeres más dispuestas a trabajar nada más parir, significa que ahorramos… no sé cuanto… Uhh! Esto está bien. Porque claro, las mujeres somos los peones perfectos en la economía de mercado. No solo parimos a las siguientes generaciones de peones, sino que, además, cobramos menos por hacer el mismo trabajo que los hombres. ¡Bien! Las cuentas mejoran – dirá usted en un incontrolable estallido de dicha que significa que habrá arqueado la ceja derecha ligeramente. La ceja izquierda quedará imperturbable, por supuesto. Y claro, las cuentas mejoran pero ¿para quién? Porque eso en su última declaración no lo ha dicho. Las cuentas mejorarán dejando a los niños inmediatamente en guarderías para los de siempre, le ha faltado detallar. Para empezar para los que tienen cuentas que engrosar (le recuerdo el millón trescientas mil familias cuyos miembros están en paro), o sea, grandes empresarios (los pequeños empresarios no cuentan), financieros y políticos. Quizá le sorprenda que haya incluido a lo políticos en esta terna, pero ya no es posible que sigamos haciéndonos los tontos por más tiempos. Siempre supimos que los políticos nos engañaban (con programas electorales que no se llevaban a cabo ni en 10 % de su integridad, con políticas deplorables, con comisiones ilegales…) en fin, que a ustedes les sale también las cuentas porque niños recién nacidos en guarderías implican adultos adocenados con nulo sentido crítico. Es decir, que ustedes pueden seguir haciendo lo que hacen (ser absolutamente ineficaces, robar, estafar…) sin que se subleve la chusma, digo, perdón, la ciudadanía. Yo creo que ya que usted decide levantar la liebre, podría hacerlo de verdad. Díganoslo claramente. Díganos a las mujeres que paramos hijos y los entreguemos al estado que suministrará la dosis de vitaminas adecuada y el adoctrinamiento necesario para perpetuar este “extraño” sistema en el que las cuentas, siempre, les salen a los mismos.
Sin embargo puede que usted sea padre o lo haya sido en algún momento de su trayectoria vital y aún así haya decidido hacer estas declaraciones (le recuerdo que las declaraciones son optativas y que puede no hacerlas), entonces sugiero que mire a los ojos de sus hijos (sobre todo de sus hijas) y les diga esto: que al día siguiente de parir tendrán que dejar a sus hijos en guarderías para irse a trabajar (con la episotomía aún sangrando, le recuerdo). Y entonces, quizá después, sabrá de qué estoy hablando… espero.
También admito que puede que tenga hijos, concretamente hijas y, aún así, todo esto le traiga al pairo. Entonces reconocerá conmigo que usted nunca debió de hacerse político. Le contaré algo: para ser político hace falta amar al pueblo al que se sirve. Y le diré una cosa más, para amar hace falta haber sido amado de pequeño. Y entonces, de nuevo, me lo imagino a usted, de pequeño, en su Arroyo del Ojanco, en Jaén, quien sabe si criado por familia lejana mientras su madre se iba a la vendimia, quien sabe si fue un niño abandonado en un hospicio, quien sabe qué le ocurrió a usted siendo pequeño para opinar de la manera en la que lo hace ahora. Y entonces, comienzo a tener compasión por usted y por las personas que le rodean.
Sinceramente, al principio pensé que era un indeseable por proponer la separación de los hijos recién nacidos de sus madres y quitarnos a las mujeres uno de los derechos que hemos tenido que conquistar (la baja maternal, que en España, le recuerdo, es absolutamente insuficiente); ahora, sin embargo, me apetecería darle a usted un abrazo, a ver si puede sentir mínimamente qué significa ser amado.
Le deseo lo mejor y le pido que me tache de ese folio en blanco en el que pone y quita cifras que representan seres humanos. Quíteme a mi y no se olvide de quitar a mi hija también (si vuelvo a dar a luz se lo haré saber que vaya haciendo lo mismo). Nosotras no queremos dar nuestra vida a la eficiencia, la capacidad o la producción, ni siquiera a la riqueza propia (menos a la de los otros). Es que ¿sabe? Nosotras nos amamos. Y ni usted ni nadie tienen dinero suficiente para cambiarlo.
Deseándole que alguien lo ame prontamente, reciba un cordial saludo.
“El final ya está aquí y enfrento el último telón. Amigo, lo diré sin vueltas (…) Tuve una vida satisfactoria. Recorrí todos y cada uno de los caminos. Y más, mucho más aún. Lo hice todo a mi manera…
Amé, reí y sufrí. Me tocó ganar, también perder (…). Pues ¿qué es un hombre?, ¿qué ha logrado? SI NO ES FIEL A SI MISMO, NO TIENE NADA. Decir las cosas que siente realmente y no las palabras del que se arrodilla. Mi historia muestra que asumí los golpes y lo hice todo a mi manera”
Paul Anka
Si es posible que 3 minutos resuman una gran filosofía de vida sobre respetarnos a nosotros mismos, seguir avanzando a pesar de las dificultades, levantarse y re-levantarse, tomar decisiones con coraje y afrontar con serenidad los altos y bajos, los fracasos y los éxitos como clave para una vida plena, esos son los 3′ de MY WAY, la canción popularizada por Frank Sinatra en 1969 que es una adaptación al inglés del tema de Paul Anka “Comme d’habitude”.
Muchas veces, como vimos con Randy Pausch, la inminencia del final de este lado de la vida nos permite atisbos de gran sabiduría y lucidez para hacer repaso y rescatar solo aquello valioso. Y esta balada crepuscular lo hace recordándonos que no merece la pena vivir de espaldas a nuestros principios y sentir interno, por mucho que cueste.
“El otro día, a la madre de Laia se le rompió algo por dentro. A la madre de Laia, se le cayó el mundo encima, cuando descubrió unos moratones que la Laia le escondía. Se le partió el corazón cuando vio su hija romperse en lágrimas, explicándole aterrorizada, que unos niños de su escuela, más mayores que ella, la habían cogido entre varios y la habían pegado y golpeado, gritándole “¡Negra de mierd*! ¡VETE A TU PAÍS!”
“¿Por qué nadie, nadie les ha enseñado que hay negros que también son de aquí? ¿Por qué nadie les ha dicho jamás, que hay sudamericanos, chinos, paquistaníes que también son de aquí? ¿Por qué hay padres que no les enseñan esto a sus hijos? ¿De qué nos sirve a nosotros enseñarle esto a la Laia si los demás no se lo enseñan a sus hijos?”
Yaïvi
Laia es de aquí.
Laia ha nacido aquí.
Laia es del país de su padre. Laia es catalana.
La Laia es una mezcla de culturas, como muchos otros niños, con padres de nacionalidades diferentes. Es una preciosidad, un encanto de niña, con su pelo rizado, sus hoyuelos y sus diez añitos. Madura, inteligente, cariñosa y de muchas risas, no para de curiosear, de escuchar con atención para sacar una conclusión de las cosas, de todo lo que la rodea…
La familia de la Laia es una familia como cualquier otra. Su padre, hombre generoso y de muy buen corazón, ha trabajado toda su vida para que a sus hijos, no les faltase de nada. Su madre trabaja, vela por su familia y sigue buscándose un hueco en esta sociedad en la que vive desde hace muchos años. Y los dos, siempre han intentado educar a su hija para que supiese valorar la libertad, desde el respeto.
Pero el otro día, a la madre de Laia se le rompió algo por dentro. A la madre de Laia, se le cayó el mundo encima, cuando descubrió unos moratones que la Laia le escondía. Se le partió el corazón cuando vio su hija romperse en lágrimas, explicándole aterrorizada, que unos niños de su escuela, más mayores que ella, la habían cogido entre varios y la habían pegado y golpeado, gritándole “¡Negra de mierd*! ¡Vete a tu país!”
Y la Laia no paraba de llorar, no paraba de llorar. Se le desató, la pena por dentro. Un llanto con sollozos ruidosos y con su dolor, abrazada a su madre, porque sabía que no había hecho nada malo para merecer estos golpes. Su madre no sabía qué hacer, ni sabía qué decir. Una cosa era sufrir ella, ataques racistas, pero otra bien distinta es que lo sufra una niña de diez años, su niña…
Pobre Laia… Estaba convencida de que ella era de aquí, que este era su país.
Con lo que nadie contaba era con estos niños crueles, almas mefistofélicas, niños violentos, maleducados y pérfidos, que yo diría que tampoco tienen la culpa, sino que sólo repiten lo que ven a su alrededor, lo que dicen sus padres, lo que dice la gente de su entorno. Niños socialmente malcriados. Niños familiarmente malcriados. Niños personalmente malcriados.
¿Por qué nadie, nadie les ha enseñado que hay negros que también son de aquí? ¿Por qué nadie les ha dicho jamás, que hay sudamericanos, chinos, paquistaníes que también son de aquí? ¿Por qué hay padres que no les enseñan esto a sus hijos? ¿De qué nos sirve a nosotros enseñarle esto a la Laia si los demás no se lo enseñan a sus hijos?
Algunos se pensarán que son juegos de niños, pero un juego en el que entran insultos y golpes, no es un juego de niños.
¿Qué tenemos que hacer para que esto cambie? Para que ningún niño tenga que sufrir lo que ha sufrido la Laia, para que ningún niño tenga que sufrir vejaciones por su color de piel, por su religión, por su acento… ¿Qué hay que hacer? Para que los niños no se discriminen entre ellos, para que se acepten unos a otros, porque la pluralidad cultural es el futuro social que nos tocará vivir; El futuro social que les tocará vivir.
Y la Laia no paraba de llorar, la cabeza escondida en el cuello de su madre, que tenía el corazón latiendo a mil por la rabia que la poseía. La misma rabia que me poseyó a mí, porque la Laia es de mi familia.
La Laia es de aquí. Sus códigos sociales son los de aquí. La Laia es catalana. Siempre ha vivido aquí y lo tiene todo aquí. Su familia, sus amigos, su vida, su gente… Igual, exactamente igual que ellos, aquellos niños que la pegaron.
Y la madre de Laia, no podía hablar, con un nudo en la garganta, cuando su hija entre sollozos, le decía:
La salud y el bienestar implican mucho más que estar simplemente libre de enfermedad; son una manifestación radiante de equilibrio en el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando el cuerpo/mente está en equilibrio, aumenta nuestra capacidad para la espontaneidad, la alegría y la paz. Comemos comida para nutrir nuestros cuerpos, pero todos los niveles de nuestro ser requieren nutrición, y la toman de las fuentes que estén disponibles. Tu calidad de vida refleja cómo te nutres, cómo nutres a los demás, y tu manera de operar en el mundo.
Las impresiones -sensoriales, emocionales, intelectuales- son el alimento de la mente. Recibimos un bombardeo de sensaciones de la TV, los ordenadores, la música, las películas, los libros y las revistas, y a menudo acabamos cargando con demasiado «peso» en nuestras cabezas. Simplifica tu vida eliminando todo lo que no fomente tu salud en el sentido más amplio de la palabra. Puede que te sorprenda descubrir que, según vas desprendiéndote de lo accesorio, empiezas también a sentirte mejor. Eliminar gradualmente todo lo que ya no es relevante -objetos, hábitos, relaciones o puntos de vista- equivale a «eliminar la grasa» de tu régimen de vida. Considera cómo sería vivir con las personas y las cosas que te ayudan a sentirte mejor contigo mism*. Luego considera hasta qué punto estás dispuest* a llegar para convertir eso en realidad.
Si no has prestado mucha atención a tu salud, éste es el momento de empezar a hacerlo.Al atender a las necesidades verdaderas del cuerpo, es importante poner atención a qué, dónde y cómo comes. Si frecuentemente comes con prisa o te «apacientas» ante el frigorífico abierto, puedes estar segur* de que también estás alimentando tu nivel de estrés. Elegir cuidadosamente los alimentos que son naturales y sanos, y comer con intención envía un mensaje a todo tu ser de que se le considera digno de ser nutrido. Mantener la buena salud implica también hacer ejercicio. El ejercicio físico vivifica el corazón y el sistema circulatorio, y acentúa nuestra sensación general de bienestar. También elimina las telarañas de una mente saturada enviano al cuerpo la energía excesiva de la cabeza.
La nutrición del corazón requiere relaciones sanas en tu vida. Las relaciones necesitan sensibilidad a sus matices sutiles, que no deberían darse por descontado. Los patrones habituales de las relaciones llevan a la indiferencia, a la falta de entusiasmo o a una actitud de «qué más da» que, despacio pero seguro, crea congoja. Nutre tus relaciones cuidadosamente para que puedan proporcionarte, a ti y a otros, sustento emocional.
Y por último, ¿cómo nutrirte espiritualmente? El descanso y la relajación vuelven a ponernos en contacto con nosotr*s mism*s y la naturaleza. Opta conscientemente por no dejarte llevar por las distracciones externas y dirigir toda tu atención hacia dentro. Sentándote en silencio, relajad* y cómod*, simplemente observando tu respiración y tus pensa-mientos, puedes limpiar tu mente de tensiones que consumen el bienestar. Cuando surja un pensamiento que absorba tu atención, relaja la respiración, deja que la tensión se vaya, y vuelve a la neutralidad. Ésta es la manera más simple de meditar, y funciona. Existen muchas técnicas diferentes para facilitar la consciencia de un* mism*, algunas muy enérgicas, otras más pasivas, y es sensato experimentar con ellas para encontrar el camino que mejor se adapte a ti. Practicar con regularidad una técnica para aumentar la consciencia despeja la mente, calma las emociones y realza tu habilidad de sentirte sustentad* por el flujo del cambio que es el TAO.
Extracto del «Oráculo del Tao», de MA DEVA PADMA. Gaia Ediciones
¿Qué podemos hacer para que los niños se interesen por alimentos que, en un primer momento, no les entran por el ojo? El equipo de la Fundación Alícia lo tiene claro: a comer se aprende, sobre todo, cocinando. Por ello uno de los pilares de la institución, que cuenta con el asesoramiento de Ferran Adrià y Valentí Fuster, es fomentar el consumo de alimentos saludables entre los niños enseñándoles a cocinar y a experimentar con la comida.
Núria Cinca, miembro del Departamento de Hábitos Alimentarios de la fundación, nos explica cómo lo consiguen.
La Coordinadora Estatal de Comercio Justo – CECJ pone a disposición de los profesores diverso material educativo para explicar a niños y jóvenes la importancia del comercio justo y el consumo responsable.
La Rebelión en las Aulas brinda una gran oportunidad para conocer los conceptos básicos en una relación comercial: qué es el producto, quién lo produce, y cómo llega hasta nosotros. En la mayoría de los casos en esta relación no hay un «equilibrio comercial justo».
Tener la capacidad de «no dejarnos aconsejar » en nuestro consumo por la publicidad engañosa y modas pasajeras, es decir ser un consumidor responsable y consciente, es una consecuencia directa cuando comprendemos que no todo el mundo sale favorecido en esta relación.
¿Qué significa Comercio Justo?
El Comercio Justo (Fair Trade, en inglés) es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto. Busca una mayor equidad en el comercio internacional y contribuye al desarrollo sostenible y responsable ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de los productores y productoras, especialmente en los países más desfavorecidos.
Es la única red comercial en la que los intermediarios (importadoras, distribuidoras o tiendas) están dispuestos a reducir sus márgenes para que el productor obtenga un mayor beneficio.
¿Qué es consumo responsable?
La capacidad del consumidor a la hora de influir en los mercados se realiza a través de la adquisición de productos. El principio fundamental del consumo responsable es que todos somos corresponsables de los impactos sociales y ambientales de los productos que consumimos. Por eso es tan importante saber comprar, como saber lo que estamos comprando y sobre todo, reflexionar sobre nuestra elección: ¿es caro o barato?, ¿realmente lo necesito?, ¿cuánto habrá costado producirlo?, ¿habrán pagado bien al productor?, ¿cómo afecta el consumo de este producto al medio ambiente?… Y tantas y tantas preguntas.
El consumo responsable tiene en cuenta los productos que valoran la justicia social, la ética, la solidaridad y la protección del medio ambiente.