“El otro día, a la madre de Laia se le rompió algo por dentro. A la madre de Laia, se le cayó el mundo encima, cuando descubrió unos moratones que la Laia le escondía. Se le partió el corazón cuando vio su hija romperse en lágrimas, explicándole aterrorizada, que unos niños de su escuela, más mayores que ella, la habían cogido entre varios y la habían pegado y golpeado, gritándole “¡Negra de mierd*! ¡VETE A TU PAÍS!”
“¿Por qué nadie, nadie les ha enseñado que hay negros que también son de aquí? ¿Por qué nadie les ha dicho jamás, que hay sudamericanos, chinos, paquistaníes que también son de aquí? ¿Por qué hay padres que no les enseñan esto a sus hijos? ¿De qué nos sirve a nosotros enseñarle esto a la Laia si los demás no se lo enseñan a sus hijos?”
Yaïvi
Tiempos tecnológicos, problemas primitivos.
Yaïvi, natural de Benin en el cuello de África y ciudadana barcelonesa, tiene un blog de referencia para todos quienes quieran conocer más colores de acercarse a la realidad. En este blog ya hemos publicado “La imagen distorsionada que tenemos de África” y “¿Negra o persona de color? El complejo de blanco” y ahora reproducimos su grito y llanto de denuncia ante las injusticas que día a día consentimos que sucedan y que en nuestras manos está corregir…
—
Laia es de aquí.
Laia ha nacido aquí.
Laia es del país de su padre. Laia es catalana.
La Laia es una mezcla de culturas, como muchos otros niños, con padres de nacionalidades diferentes. Es una preciosidad, un encanto de niña, con su pelo rizado, sus hoyuelos y sus diez añitos. Madura, inteligente, cariñosa y de muchas risas, no para de curiosear, de escuchar con atención para sacar una conclusión de las cosas, de todo lo que la rodea…
La familia de la Laia es una familia como cualquier otra. Su padre, hombre generoso y de muy buen corazón, ha trabajado toda su vida para que a sus hijos, no les faltase de nada. Su madre trabaja, vela por su familia y sigue buscándose un hueco en esta sociedad en la que vive desde hace muchos años. Y los dos, siempre han intentado educar a su hija para que supiese valorar la libertad, desde el respeto.
Pero el otro día, a la madre de Laia se le rompió algo por dentro. A la madre de Laia, se le cayó el mundo encima, cuando descubrió unos moratones que la Laia le escondía. Se le partió el corazón cuando vio su hija romperse en lágrimas, explicándole aterrorizada, que unos niños de su escuela, más mayores que ella, la habían cogido entre varios y la habían pegado y golpeado, gritándole “¡Negra de mierd*! ¡Vete a tu país!”
Y la Laia no paraba de llorar, no paraba de llorar. Se le desató, la pena por dentro. Un llanto con sollozos ruidosos y con su dolor, abrazada a su madre, porque sabía que no había hecho nada malo para merecer estos golpes. Su madre no sabía qué hacer, ni sabía qué decir. Una cosa era sufrir ella, ataques racistas, pero otra bien distinta es que lo sufra una niña de diez años, su niña…
Pobre Laia… Estaba convencida de que ella era de aquí, que este era su país.
Con lo que nadie contaba era con estos niños crueles, almas mefistofélicas, niños violentos, maleducados y pérfidos, que yo diría que tampoco tienen la culpa, sino que sólo repiten lo que ven a su alrededor, lo que dicen sus padres, lo que dice la gente de su entorno. Niños socialmente malcriados. Niños familiarmente malcriados. Niños personalmente malcriados.
¿Por qué nadie, nadie les ha enseñado que hay negros que también son de aquí? ¿Por qué nadie les ha dicho jamás, que hay sudamericanos, chinos, paquistaníes que también son de aquí? ¿Por qué hay padres que no les enseñan esto a sus hijos? ¿De qué nos sirve a nosotros enseñarle esto a la Laia si los demás no se lo enseñan a sus hijos?
Algunos se pensarán que son juegos de niños, pero un juego en el que entran insultos y golpes, no es un juego de niños.
¿Qué tenemos que hacer para que esto cambie? Para que ningún niño tenga que sufrir lo que ha sufrido la Laia, para que ningún niño tenga que sufrir vejaciones por su color de piel, por su religión, por su acento… ¿Qué hay que hacer? Para que los niños no se discriminen entre ellos, para que se acepten unos a otros, porque la pluralidad cultural es el futuro social que nos tocará vivir; El futuro social que les tocará vivir.
Y la Laia no paraba de llorar, la cabeza escondida en el cuello de su madre, que tenía el corazón latiendo a mil por la rabia que la poseía. La misma rabia que me poseyó a mí, porque la Laia es de mi familia.
La Laia es de aquí. Sus códigos sociales son los de aquí. La Laia es catalana. Siempre ha vivido aquí y lo tiene todo aquí. Su familia, sus amigos, su vida, su gente… Igual, exactamente igual que ellos, aquellos niños que la pegaron.
Y la madre de Laia, no podía hablar, con un nudo en la garganta, cuando su hija entre sollozos, le decía:
–“Pero yo, mama, ¿de dónde soy?”
Yaïvi
El armario de Yaïvi
En El Blog Alternativo: Otros artículos de Yaïvi
En El Blog Alternativo: Artículos sobre racismo