¡Controle su colesterol! El llamado «colesterol malo». Cuide su alimentación y recurra a la Fitoterapia. Un exceso de esta grasa en el interior de las arterias ocasiona obstrucciones que, tarde o temprano, pueden acarrear diversas y graves afecciones cardiovasculares.
Estrella Gascón / Departamento médico de Soria Natural
Las creencias populares son en muchas ocasiones imprecisas o falsas. En el caso del colesterol, parece evidente. Si preguntas a las personas de tu entorno habitual, seguro que todos tienen una idea negativa de este lípido. Lo ven como una sustancia nociva para la salud. Sin embargo, se trata de un componente esencial de todos los tejidos, ya que forma parte de las membranas que recubren las células, las cuales tienen una importancia enorme en el paso de sustancias a través de ellas.
Además, es un precursor inmediato de vitaminas, hormonas esteroideas y ácidos biliares, que desempeñan un papel trascendental en la compleja función orgánica del individuo. El colesterol sanguíneo procede de dos fuentes: el 75 por ciento lo genera nuestro organismo en casi todos los tejidos, aunque principalmente en el hígado, y el 25 por ciento procede de los alimentos, principalmente de los de origen animal (embutidos, hígado, sesos y otras visceras, yema de huevo, quesos grasos…). Al tratarse de una grasa, es insoluble en agua, por lo que necesita aliarse con unas proteínas (llamadas lipoproteínas) para ser transportada en las diferentes fases de su metabolismo. Las más conocidas son las LDL o transportadoras del «colesterol malo», que lo depositan en la parte interna de las arterias ocasionando posibles obstrucciones. Por su parte, las HDL, que conducen el «colesterol bueno», impiden que el perjudicial se deposite en las arterias. Aun teniendo el colesterol total elevado, es interesante tener bajas las tasas de LDL y altas las de HDL, que sobresalen por sus propiedades cardioprotectoras.
¿Qué peligros conlleva su exceso? Si el colesterol se concentra en demasía, tiene una gran tendencia a depositarse en la parte interna de las arterias, con el consiguiente riesgo de obstruir las mismas y provocar diversos problemas cardiovasculares. Pero si, por el contrario, se excreta más de lo habitual por los conductos hepatobiliares, su acumulación en la bilis puede ocasionar la formación de cálculos que podrían dar lugar al clásico cólico biliar o a otras patologías que afectan a la vesícula. Una vez llega el colesterol al intestino vuelve a ser reabsorbido y devuelto al hígado, con el fin de asegurarse la suficiente cantidad de materia prima para la formación de la bilis. Este circuito (circulación enterohepática) es recorrido por cada molécula de colesterol unas 10-12 veces, de ahí la enorme importancia que el hígado tiene en el metabolismo del colesterol.
Atención al hígado
Auténtico laboratorio metabólico del colesterol, el hígado interviene en la transformación de los nutrientes (proteínas, grasas o hidratos de carbono) y es un gran filtro donde se neutraliza la mayor parte de las toxinas y sustancias químicas extrañas que ingerimos, como el alcohol, los pesticidas o los medicamentos. Las células del hígado producen la bilis, necesaria para la digestión de las grasas de los alimentos. Por esta razón, para tratar el colesterol elevado es importante prestar atención a ese órgano.
Algunas plantas medicinales pueden ayudar a su correcto funcionamiento. La Cebolla, la Fumaria o el Ajenjo lo descongestionan y facilitan sus funciones. Otras como el Cardo mariano y la Alcachofera favorecen la regeneración de las células hepáticas cuando han sido dañadas por virus, medicamentos sustancias tóxicas, etcétera. El Diente de león, la Genciana, la Alcachofera, el Boldo o la Achicoria estimulan la producción de bilis (acción – colerética) y facilitan el vaciamiento de la bilis contenida en la vesícula biliar (acción colagoga), con lo que se favorece la digestión en caso de dispepsias biliares. Las infusiones de Manzanilla, Menta, Anís verde, Hinojo o Regaliz ayudan a hacer las digestiones y eliminar los gases. La Ortiga verde y la Cola de caballo son plantas depurativas que favorecen la diuresis y la eliminación de toxinas.
Aunque algunos factores que influyen en el colesterol no los podemos modificar, como los de tipo genético o la edad, otros como la alimentación sí. Las siguientes medidas pueden ayudarnos a mantener el colesterol en niveles adecuados:
- Mantener una dieta rica en grasas insaturadas (pescado, preferentemente azul y aceite de oliva); evitar las grasas de origen animal, y tomar alimentos ricos en fibra, como las frutas y verduras. El aporte de ácidos grasos esenciales de la serie Omega 3 y Omega 6, como los contenidos en el aceite de oliva, el de germen de trigo o el de girasol, es muy útil en el tratamiento del colesterol.
- Practicar ejercicio físico regularmente, ya que ayuda a aumentar los niveles de «colesterol bueno» HDL.
- Mantener un peso adecuado a la edad, sexo, talla y actividad física.
- Evitar hábitos insanos, tales como consumir habitualmente alcohol o tabaco.
- Plantas medicinales que ayudan. El Ajo, la Alcachofera, el Té verde y algunos suplementos alimenticios como la Lecitina de Soja y los ácidos grasos poliinsaturados (Omega 3 y Omega 6) pueden ayudarte a controlar los niveles de colesterol.
- El Ajo contiene vitaminas, sales minerales, azúcares y compuestos azufrados entre los que destaca la aliína. Tiene propiedades hipocolesteromiantes, ya que impide la formación de colesterol en el hígado y un efecto hipotensor, fluidificante de la sangre y cardioprotector.
- La Alcachofera presenta actividad hipo-colesteromiante al inhibir la formación de colesterol en el hígado y facilitar su eliminación a través de la bilis. Además, es una excelente planta protectora hepática.
- El Té verde disminuye las concentraciones de colesterol y triglicéridos en sangre. Por su alto contenido en polifenoles, presenta propiedades
antioxidantes.
- La Lecitina de Soja es un compuesto rico en fosfolípidos obtenido a partir de los granos de Soja. Ayuda a disminuir los niveles de colesterol total y del LDL o «colesterol malo». Por su contenido en ácidos grasos (monoinsaturados y poliinsaturados) favorece la solubilidad del colesterol, siendo eliminado más rápidamente mediante la bilis. Previene la formación de placas de ateroma a nivel de las arterias, reduciendo hasta un 40 por ciento el riesgo de coronariopatías. Además, gracias a su contenido en fosfatidilcolina, no sólo reduce la absorción intestinal de colesterol, sino que también, al formar parte de la membrana celular de las lipoproteínas HDL, éstas son capaces de captar más cantidad de colesterol para eliminarlo posteriormente. Reduce también el riesgo de trombosis, disminuyendo el tiempo de coagulación y aumentando el poder fibrionolítico del plasma. Tiene un alto valor calórico (más de 800 kilocalorías por cada 100 gramos) sin los riesgos inherentes al consumo de grasas de origen animal y su alto contenido en minerales de alta biodisponibilidad la convierte en un alimento de gran importancia, sobre todo como preventivo de coronariopatías y de depósitos de colesterina.
- Los ácidos grasos poliinsaturados (Omega 3 y Omega 6) reducen el colesterol nocivo o LDL y aumentan el «bueno» o HDL. Ejercen un efecto beneficioso para la salud, ya que previenen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Además, los ácidos grasos poliinsaturados realizan otras funciones importantes en el organismo, por lo que se pueden utilizar como suplemento en una gran variedad de situaciones, además de las comentadas anteriormente, como son los procesos reumáticos, alteraciones de la piel, trastornos de la menstruación y síndrome premenstrual, embarazo, etcétera. Los ácidos grasos Omega 6 se encuentran en los aceites de semillas, como el de girasol, la borraja, el germen de trigo, el lino y la pepita de uva, mientras que los Omega 3 están en los pescados grasos (azules) y en las semillas de lino. ■
Fuente: Revista Qualitas Vitae de Soria Natural nº 15