“EN ESPAÑA COMEMOS MUY MAL; mucha proteína animal, exceso de lácteos y dulces… alimentos refinamos y muy quimicalizados… muchos fritos, comida rápida calentada en el microondas”
“El hombre sabe ir a la luna pero no sabe lo que pasa cuando come una galleta”
“Tenemos que tomar la responsabilidad de nuestra vida y la de los nuestros, de nuestra alimentación. Para ello hay que informarse y intentar cambiar algo poco a poco. Propongo el volver la mirada hacia atrás y RESCATAR LA ALIMENTACIÓN DE NUESTROS ANTEPASADOS. Dirigirnos hacia la naturaleza y ver qué nos da la tierra en cada momento-estación del lugar donde vivimos (…) Antiguamente la vida familiar se hacia en las cocinas y alrededor de las comidas. Eso lo hemos perdido”
“Existe mucho desconocimiento y muchos prejuicios sobre la Macrobiótica y, como bien decía Mishio Kushi, uno de los padres de esta alimentación, es importante comprender que “alimentarnos no es la simple necesidad de paliar el hambre, sino que es algo más profundo, es un movimiento de energías, ya que los alimentos son energías que influirán en nuestro cuerpo, en nuestros órganos, y que en función del tipo de alimento ingerido, lo equilibrará o desequilibrará”
“LA MACROBIÓTICA DA SERENIDAD, PAZ, ALEGRÍA, centro, flexibilidad, orden…. que más podemos pedir. Opino que la gente debe informarse y experimentar en ellos mismos cómo se sienten comiendo de una manera macrobiótica, que es de lo que estamos hablando, y ver como adquieren una energía que antes no tenían, cómo llegan al peso de toda la vida, de cuando eran jóvenes”
“Trabajo bastante con niños, con todos los problemas que están generando las vacunas y el tipo de alimentación (…) Siempre he pensado que SI QUEREMOS QUE TODO CAMBIE, HAY QUE FORMAR A LAS MUJERES. Si formamos a las mujeres y empiezan en la práctica a experimentar las ventajas de esta alimentación llegarían a sus hijos, sus maridos. Todos queremos lo mejor para los nuestros”
Rocío Estefanía
Mientras se ponen de moda dietas de adelgazamiento de proteínas, sobres de comida artificial o reducir quirúrgicamente el estómago como si nuestro cuerpo fuese el culpable de nuestros hábitos, existe una tendencia creciente hacia una alimentación más natural y equilibrada, a volver a sacralizar la comida y la cocina como la “alquimia” del hogar, a respetar los ciclos de la naturaleza, priorizar los alimentos de nuestro entorno, a rescatar los pucheros de nuestros abuelos y, sobre todo, a responsabilizarnos y mejorar nuestra salud y nuestra vida.
Hay distintos caminos. La Macrobiótica es uno de tantos, pero existe mucho desconocimiento sobre ella. Para desmentir los prejuicios y descubir todos sus beneficios y potencial, hemos entrevistado a la experta cántabra Rocío Estefanía.
Rocío es asesora macrobiótica, especialista en dietas y terapeuta holística y en esta entrevista nos explica los defectos de la dieta actual y nos muestra una forma de alimentarse más consciente para estar más sanos y sentirnos mejor.
Muchos opinan que para qué preocuparnos de la alimentación si de algo hay que morir, pero, como indica Rocío, “hay calidad de vida y calidad de muerte…”
Y estos son sus consejos para lograrlo:
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1. ¿Cómo definirías la alimentación occidental actual, en concreto la española?
A pesar de que cada vez se oye hablar más de una alimentación más natural, en España comemos muy mal; mucha proteína animal, exceso de lácteos y dulces… alimentos refinamos y muy quimicalizados… muchos fritos, comida rápida calentada en el microondas.
La Macrobiótica lo definiría cómo alimentos muy extremos y siempre que comamos un alimento extremo el cuerpo nos pedirá, para equilibrarse, otro alimento extremo.
2. ¿Cuáles consideras que son los defectos- carencias de este tipo de alimentación?
Habría muchos que decir, tocaremos algo:
- Los efectos de los alimentos extremos son sobre todo la acidificación de la sangre, responsable de la desmineralización y por tanto la descalcificación. Nos lleva antes a enfermedades degenerativas y la vejez prematura.
- Desnutrición a pesar de la abundancia de comida que metemos a nuestro cuerpo.
- Y si hablamos de las emociones, descontento, enfados, agresividad… al final infelicidad. Sigue leyendo