A veces es difícil estar junto a nuestros hijos con la receptividad y la escucha del que simplemente acompaña, sin pasarnos el rato dirigiendo sus intereses o atiborrándoles de explicaciones que no pueden digerir y que ni siquiera se ajustan a lo que preguntaron.
Cuando un niño desde siempre ha sido respetado, es sencillamente capaz de escucharse y seguir los dictados de su corazón. Cuando un niño ha sido manipulado, chantajeado, dirigido desde afuera… aprende a acallar su corazón y esperar indicaciones desde afuera.
Un bebé tratado sin respeto por sus propios intereses, como por ejemplo cuando los adultos corregían o limitaban sus movimientos al aprender a desplazarse a su ritmo y según su propio interés… va aprendiendo que no es del todo responsabilidad suya el lograr un desarrollo óptimo motriz, y que no se confía en sus propias habilidades…
Cuando más tarde ese niñito empieza a ser guiado verbalmente en lo que “le conviene” aprender, pospone de nuevo su propio programa interno de aprendizaje, y delega el desarrollo de su potencial, de su plan de ruta, en manos de los adultos…
Los adultos se convierten en “quienes saben” y tienen la responsabilidad sobre el propio aprendizaje…
Pero esa idea parte de la concepción desconfiada de los adultos… Según los cuales los niños vienen a perder su tiempo jugando y haciendo cosas que no les convienen… Como si jugar no se correspondiese con un sofisticado mecanismo evolutivo que permite elaborar y comprender el mundo de una manera sencilla y fascinante para los niños…
Los adultos desde los despachos elaboran “Currículums” y piensan “qué, cómo y cuándo” tienen que “enseñar” a los niños para que aprendan.
Creen que si ellos no deciden todo eso… los niños no aprenden “lo que tienen que aprender”…
También invertimos tiempo en “enseñar” creatividad… Pero eso es como enseñar a una chimpancé del zoo a cuidar de su cría…
¿No será mejor permitir el desarrollo natural sin interferir? Así no tendremos que recuperar artificialmente lo que venía “de serie” de una manera genial.
Cada vez somos más los que Confiamos en que todo niño, rodeado de un ambiente rico en experiencias y nutrido de Amor y Respeto es capaz de aprender todo aquello que necesita para ser feliz en este mundo.
Cada vez descubro más iniciativas silenciosas o escandalosas, individuales o grupales, que apuestan por esta CONFIANZA…
¡Confianza en el corazoncito humano! tenga la edad que tenga, pues si nos dejamos guiar por él… vivimos empujados internamente a experimentar aquello que necesitamos realmente, auténticamente…
El corazón –lo dicen estudios científicos- es quien decide.
Cuando decidimos internamente algo, el cerebro espera al corazón.
Pero algún adulto entre los lectores dirá – ¡Ufff… con lo que me cuesta a mí decidirme…!-
Ya decía al principio que si cuando somos niños acallan nuestras propias decisiones, llegamos a adultos esperando indicaciones ajenas…
¡Pero los niños vienen con el tambor de su corazón hablando claro y alto!
Está en nuestra mano acompañarles en este camino respetando sus propios y singulares matices. Aunque nos parezcan absurdos, o aunque no sean como nos gustaría, o aunque parezca que no les llevarán a ninguna parte…
¡Cuánto cuesta amar incondicionalmente…! Pero tal vez si acallamos indicaciones ajenas… todos nuestros corazones coincidan en que es por ahí…
Abrazos
Extraido del blog despertar en la luz