“Lo que pretendo es bajar a tierra algunas de las prácticas más simples y saludables que recomiendan profesionales de la psicoterapia, terapeutas alternativos o tradiciones espirituales milenarias de manera accesible y amena. Se trata de 7 habilidades que podemos recuperar si las trabajamos, y una teoría final tan estúpida que hasta puede que sea de utilidad para alguien”
“TIEMPO HAY PARA TODO. Todo el mundo lo tiene. Otra cosa es cómo lo utilice. Lo cierto es que una persona muy ocupada no tiene tiempo de ser creativa por estar absorbida en lo urgente. Así es como terminará por olvidar lo realmente importante, como por ejemplo reír más. Eso sí que aporta bienestar, y es sumamente sencillo”
“Las abejas trabajan con sumo afán sin importarles que al final de la jornada la miel les sea sustraída de los panales. Ellas simplemente continúan haciendo lo que deben hacer con la máxima dedicación de la que son capaces. Sigue adelante, entrega siempre tus dones. Está claro que habrá gente que tratará de quitarte lo que le ofreces al mundo sin otorgarle el valor que merece, pero eso no debe detenerte. Las actitudes abusivas e invasivas de los demás no son tu responsabilidad. Tú no eres el apicultor, sino la abeja. ENTRÉGALE AL MUNDO TU MIEL”
Jorge Benito
Create&Share es un blog independiente creado en Junio de 2011 por un grupo de jóvenes con la profunda convicción de que un mundo mejor es posible. En nuestra labor diaria tratamos de acercarnos a opciones informativas optimistas e ilusionantes que resultan inspiradoras para los lectores y para nosotros mismos.
Hoy queremos compartir con los lectores de El Blog Alternativo el siguiente artículo, y lo hacemos con mucha ilusión puesto que este espacio ha sido para nosotros uno de los referentes que nos han impulsado a cambiar nuestras vidas y dedicarnos a trabajar por crear una realidad más amable para todos. Esperamos que sea de utilidad, porque eso es precisamente lo que nos mueve a continuar compartiendo cada día.
Perogrullo está en crisis: 7 habilidades básicas en desuso y una teoría loca
Todo lo que va a decirse aquí es de perogrullo. Así es. Tan sabido y conocido que resulta tonto decirlo. Sin embargo, es muy importante que lo diga.
Soy muy curioso, así que llevo un tiempo observándome y observando a los demás como un búho. Me refiero a cosas cotidianas, esas que expresan lo máximo de nuestra existencia. En momentos sencillos, sin grandes adornos y sin música de fondo, se extrae la esencia de lo que nos ha traído hasta donde estamos. ¿Cómo he llegado a esto? ¿Cómo es posible que todo a mi alrededor parezca derrumbarse? ¿Por qué no logro cumplir mis sueños?
Bien es cierto que hay un puñado de banqueros que han jugado con nuestro dinero, ilusiones y buenas intenciones, pero esto sólo ha sido posible debido a que nosotros les hemos entregado el poder. Antes de abrir cuentas en las entidades más podridas, bien podríamos habernos informado de lo que hacen con el dinero que les ponemos en bandeja. La buena noticia es que todos podemos poner en práctica algunas cositas muy sencillas para mejorar el día a día y empezar a recuperar nuestra libertad.
Lo que pretendo es bajar a tierra algunas de las prácticas más simples y saludables que recomiendan profesionales de la psicoterapia, terapeutas alternativos o tradiciones espirituales milenarias de manera accesible y amena. Se trata de 7 habilidades que podemos recuperar si las trabajamos, y una teoría final tan estúpida que hasta puede que sea de utilidad para alguien.
El punto de partida de todas ellas es la siguiente premisa: PON TUS HABILIDADES AL SERVICIO DE TUS VALORES.
Para ello primero necesitamos saber cuáles son nuestras habilidades. Se trata de responder a la pregunta, ¿qué puedo hacer ahora? Si repasas atentamente, te darás cuenta de que sabes hacer muchas cosas, y que además disfrutas haciéndolas. Una vez elaborada tu estimulante lista recibirás un chute de optimismo y le darás un golpe duro a posibles problemas de desvalorización.
Después debes saber claramente cuáles son tus valores. Todo el mundo habla de valores, pero aún no he conocido a ninguna persona que me diga sus 5 valores principales y me los defina brevemente (la felicidad, por ejemplo, no significa lo mismo para todo el mundo). Adelante, escribe tus valores y después defínelos brevemente, un par de frases bastan. ¿Honestidad? ¿Optimismo? ¿Alegría? ¿Compasión? Sean cuales sean -y recuerda que tienes todo el derecho del mundo a estar alineados con valores “poco habituales” en la sociedad occidental moderna- debes al menos conocerlos.
Solamente entonces podrás poner tus habilidades al servicio de tus valores.
El frontispicio del templo de Delfos, en Grecia, lleva inscrito el siguiente texto:
“Te advierto, quien quiera que fueres, ¡oh, tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza!, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el Tesoro de los tesoros.
¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses.”
Una vez conocí a un ecologista que trabajaba para una de las compañías más contaminantes del planeta. También he tenido ocasión de conocer a gente que valora pasar tiempo con su familia pero tiene un empleo que supera con creces la jornada laboral establecida por ley. Así, con este desalineamiento interior, perdemos la verticalidad y el conflicto surge como por arte de magia, mostrándose tan pesado que no nos dejará en paz hasta que haya sido resuelto.
Tú tienes tus propios valores. Toma conciencia de cuáles son esos valores y recuérdalos, porque es realmente sencillo olvidarse con tanto ruido alrededor. Que todo lo que hagas en tu vida vaya a favor de esos valores. Y si algún día cambian, asúmelo y cambia también tus acciones. No sigas anclado a patrones repetitivos que no te benefician. Hacer las cosas sin saber por qué nos quita el poder de crear lo que queremos en nuestra vida, y parece claro que cuando le otorgamos el poder personal a otros, las cosas que suceden después no terminan de gustarnos. A eso se le llama crisis.
Las 7 habilidades que nos devolverán a nuestro centro son:
1. El talento de los mortales
¿Por qué desarrollamos talentos? Porque somos mortales. Si tuviéramos toda la eternidad para hacer lo que quisiéramos, puede que no termináramos haciendo nunca nada.
Piensa en eso que has querido hacer pero que nunca has hecho. Pues bien, es posible que no puedas hacerlo nunca, por muy sencillo que parezca. Y es que no hay futuro, sino historias que nos contamos a través de proyecciones en el futuro que ahogan nuestro presente.
Siento decirlo, pero todos los aquí presentes moriréis irremediablemente, y el momento de vuestra muerte será un ahora como el de ahora mismo. No sabemos cuándo llegará ese ahora, pero es seguro que llegará, así que dejemos de pensar en que “cuando se den estas condiciones” haremos tal o cual cosa.
¿Qué voy a hacer ahora? Eso es todo lo que debe preocuparnos, pues es todo lo que hay. Plantéate esta pregunta habitualmente, respóndela con maestría y estarás en el camino de desarrollar una habilidad de perogrullo que se nos ha ido oxidando.
2. La lógica del director de orquesta
El buen director no deja nada al azar. Tiene el control de las circunstancias externas porque es él quien las crea. Cada suceso bajo su dirección tiene una función clara que él conoce y ejecuta con destreza. De hecho, el verdadero artista siempre actúa sabiendo, porque el arte surge del corazón, y el corazón siempre sabe.
Vivir es un arte, el más sublime, y su expresión es una realidad creada por los vivos. Ya que somos creadores, preguntémonos, ¿qué quiero conseguir con esto? Sin duda que el director de orquesta sabría responder a esta pregunta. Podría decir que quiere generar tensión, relajación, euforia, tristeza… ¿Por qué lo hago yo? ¿Por qué estoy creando esto?
Por supuesto que esto se aplica también a los pensamientos, puesto que cada pensamiento provoca en nosotros algo. El pensamiento es una creación particular que tiene un efecto en nuestra realidad.
Piensa, o no pienses. Actúa, o no actúes. Sea como sea, recuerda que el director de orquesta siempre sabe. ¿Sabes tú?
3. De la prisa a la sonrisa
Vamos muy rápido para no llegar a ningún sitio. Decimos que no tenemos tiempo, cuando en verdad el tiempo es eso que todos tenemos por igual. Nos esforzamos en correr, en intentar hacer las cosas más deprisa, como si pudiéramos derrotar al tiempo. Creemos que la actividad frenética es garantía de éxito. Este contrasentido termina relacionando el éxito en sí con el estrés.
Tiempo hay para todo. Todo el mundo lo tiene. Otra cosa es cómo lo utilice. Lo cierto es que una persona muy ocupada no tiene tiempo de ser creativa por estar absorbida en lo urgente. Así es como terminará por olvidar lo realmente importante, como por ejemplo reír más. Eso sí que aporta bienestar, y es sumamente sencillo.
Recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto ha demostrado que nuestro estado de ánimo afecta a la manera en que vemos las cosas y modifica la actividad de nuestro córtex visual. Según estas pruebas, las actitudes positivas activan las zonas relacionadas con la visión y las negativas centran la atención en un solo punto y nos impiden tener una perspectiva global.
Una actitud positiva aumenta nuestra capacidad de percepción y nos permite obtener mucha más información sobre una cuestión determinada.
Un segundo después de empezar a reír, desde el cerebro se liberan impulsos eléctricos y se activa la capacidad de segregar endorfinas, más conocidas como hormonas de la felicidad, lo que demuestra que la risa aunque no cura se convierte en el mejor aliado para eliminar la enfermedad.
Tanto la risa, como la carcajada, aportan beneficios como son el eliminar el estrés, la ansiedad y la depresión. También rejuvenece, disminuye el colesterol y adelgaza, ayuda a suavizar dolores, insomnio y problemas respiratorios y cardiovasculares, entre otros.
Un niño se ríe una media de 300 veces al día; un adulto, entre 15 y 100 veces.
¿Cuándo perdimos esta extraordinaria fuente de bienestar? No sabemos cuándo, pero sabemos dónde. En la escuela, lugar donde pasamos los años más importantes de nuestra vida (los de la formación de nuestro aparato psíquico), reír está prácticamente censurado. Compartir momentos de humor durante el aprendizaje lleva siendo algo así como un pecado desde hace siglos. Sin embargo, nunca es tarde para mirar con otros ojos y cambiar de hábitos. El siguiente poema de Mahatma Gandhi expresa tanto como la propia sonrisa de la que habla:
Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho,
enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la dan.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo es a veces eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella,
nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo,
es el símbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado,
ánimo a los más deprimidos.
No puede ni comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor
hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez tropiezas con alguien
que no sabe dar una sonrisa,
sé generoso, dale la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede dársela a los demás.
4. Apaga el Telecinco interno
Todos tenemos un tertuliano dentro que discute defendiendo su postura con uñas y dientes mientras pone cara de perro. ¿Cuántas veces nos vemos envueltos en discusiones mentales con otros personajes? Esos personajes en realidad somos nosotros mismos, una proyección de nuestra propia personalidad a la que le ponemos la cara de papá, mamá, la pareja o el jefe. Lo malo es que acabamos creyéndonos que esa creación mental es real, y que la persona en cuestión es tal cual la proyectamos en nuestros “Sálvame” internos.
Gritar, juzgar o criticar han adquirido cierta nobleza, pero aún no he conocido a nadie que haya logrado paz integrando estas opciones en su vida.
Para apagar de una vez por todas el jaleo mental con oponentes inventados, tal vez sea de ayuda reflexionar en estos dos puntos:
- La crítica es una confesión. Como dice Wayne Dyer, “la crítica no se refiere tanto al que la recibe como al que la lanza: a menudo, quien critica se confiesa”.
- Los jueces deben saber ser justos. Si te peleas contigo mismo poniendo como excusa a los personajes que representan las partes más desagradables de ti mismo, es que tienes cierta carencia en cuanto a lo que la imparcialidad se refiere.
El pensamiento en sí no evoluciona sin diálogo: se queda estancado en creencias y prejuicios. Gracias al diálogo surgen nuevas ideas, cambian las viejas o se confirman, se accede a nuevos puntos de vista. Pero el diálogo difiere de la discusión. El objeto de la discusión es “ganar”. Dialogando favorecemos conversaciones creativas, de desafío, exploradoras, abiertas…
5. Surfea la realidad
Cuando queremos llegar a un destino, no hay nada más limitador que la obsesión por el punto fijo. Imaginemos que somos surferos y queremos llegar a un punto específico de la playa guiados por las olas, uno muy concreto y marcado con una bandera. ¿Difícil? Ahora imaginemos que nos vale llegar a cualquier punto de la playa sin importar el lugar exacto. Así es como debemos marcarnos las metas.
Manejar la situación, como si de una ola se tratase, requiere adaptarse, hacerse uno con ella. Forzarla nos hará caer una y otra vez. Y no es que las caídas sean malas, de hecho constituyen experiencias tan legítimas como los triunfos, sino que obsesionándonos por llegar a un espacio reducido, tardaremos mucho -o incluso puede que nunca lleguemos-, por no hablar de la cantidad de experiencias y aprendizaje que nos perdemos en nuestra ofuscación.
Hay que otorgarle toda la importancia al recorrido, sintiendo su influencia y dominando las fuerzas externas que van apareciendo durante el trayecto. El surfero es uno con las olas que le llevan a la playa, y el que surfea la realidad es uno con cada paso del camino.
6. La conciencia de la abeja
Las abejas trabajan con sumo afán sin importarles que al final de la jornada la miel les sea sustraída de los panales. Ellas simplemente continúan haciendo lo que deben hacer con la máxima dedicación de la que son capaces.
Sigue adelante, entrega siempre tus dones. Está claro que habrá gente que tratará de quitarte lo que le ofreces al mundo sin otorgarle el valor que merece, pero eso no debe detenerte. Las actitudes abusivas e invasivas de los demás no son tu responsabilidad. Tú no eres el apicultor, sino la abeja.
Entrégale al mundo tu miel.
7. Sé redondo
Si echas un vistazo a tu alrededor te darás cuenta de la cantidad de ayuda diaria que recibes. Por mucho que quieras parecer independiente y que halles cierta nobleza por haber logrado tú solit@ todo lo que tienes, no es para nada así. Si ahora vistes es porque alguien trabajó en ello, y lo mismo puede decirse de tu casa, la empresa para la que trabajas o los estudios que realizaste. Alguien antes que tú hizo cosas de las que afortunadamente hoy te ves beneficiado. No estamos solos.
Todo está conectado. Como un círculo, los efectos de tus acciones y pensamientos tienen resonancia en el sistema al completo. No creas que lo que te pasa está aislado de todo lo demás. Simplemente acepta que no eres capaz de observar el hilo que une todos los acontecimientos. La interconexión es la base del universo físico, así que deja de mostrarle tu peor cara al mundo, pues de ese modo estás influyendo en todo cuanto te rodea.
LA TEORÍA DE LA SUSTITUCIÓN DE LAS EXPERIENCIAS
Siempre eres tú experimentando algo. A veces es agradable y otras no tanto. Si la experiencia no te resulta grata, ¿por qué la estás viviendo entonces? Parece claro que si algo no te gusta, debes hacer otra cosa. Si una experiencia te hace sentir mal, cámbiala por una que te haga sentir bien.
Así es, la “Teoría de la Sustitución de las Experiencias” es simplona a más no poder. Pero no se trata de abrumar a nadie con conocimientos secretos ni fórmulas de éxito al alcance de sólo unos pocos. Es tan sencillo como elaborar una lista de cosas con las que disfrutas. Escribe al lado todas las cosas que detestas hacer. Y por último observa, con el papel delante, cuántas de las cosas que te gustan haces a diario, y cuantas de las que no te gustan también haces a diario. Si la balanza se inclina a favor de las cosas que no te gustan, ¿cómo pretendes ser feliz? Sustituye experiencias. Es así de sencillo.
Os lo avisé, todo lo que he dicho es tan sabido por todos que resulta tonto decirlo. Pero aún así tenía que decirlo.
Autor: Jorge Benito, administrador de Create&Share
septiembre 19, 2011 en 11:43 am
Muchísimas gracias por compartir! 🙂